Llevo un par de meses bastante enganchado a la lectura de relatos y por fin me he animado a contaros uno. Mis favoritos sin ninguna duda son los que cuentan experiencias reales, por eso os voy a contar cómo con 19 años me llevaron a una sauna gay y aluciné en colores. No os voy a mentir si os digo que aún hoy en día me pongo nervioso al recordarlo, nervioso a la par de cachondo.
Por poneros un poco en contexto soy un chico alto (183), pelo castaño claro, ojos y labios grandes y más bien delgadete. Por aquella época estaba enganchadísimo a las pajas, los vídeos porno se me quedaban cortos y me aburrían y empecé a descubrir el mundo de los chats online y el cibersexo. Quedaba casi todos los días para hacerme videopajas con tíos de todas las edades, tamaños y colores. Me encantaba ponerles bien cachondos tocándome, escupiéndome el nabo y babeandome el sobaco, en definitiva, haciendo guarradas que sabía que a más de uno hacían explotar.
En una de esas tardes aburridas de chat sin mucho movimiento, me habló un tío bastante más mayor que yo de una ciudad cercana a la mia y la cosa fue diferente. El hombre fue muy majo, divertido y directo. Sin mucho pensarselo me propuso quedar ese mismo fin de semana, el plan era que me llevaba a Madrid, me enseñaba la ciudad, dábamos una vuelta y pasábamos el día juntos para conocernos (nada guarro).
Estaba nervioso, pues nunca había quedado con un tío de un chat, pero me dio tanta confianza que me animé. Tal y como lo habíamos hablado vino a recogerme y fuimos dirección Madrid. Para que os lo imagineis el tío era moreno, rapado y guapete, por mi parte tenía una buena comida de rabo. Pero no congeniamos de forma sexual, imagino que no le gusté del todo o no sería su tipo y durante el viaje se fue notando en la conversación que aquello no pasaría de amigos. Me decepcioné un poco, incluso intenté lanzarme y comerle la boca un par de veces y nada.
A esas alturas estaba un poco jodido, pues pensaba que el viaje había sido para nada y que no me iba a comer ni una rosca, para una vez que me animaba a quedar con alguien. Pero entonces el tío propuso que fueramos a una sauna gay. Yo no tenía ni idea de qué era eso (era un chico de ciudad pequeña con poca experiencia), cuando empezó a explicarmelo me inhundó el miedo, pero a la vez mucho morbo. No sé ni como conseguí coger valor y decirle que si, imagino que fue porque él me transmitía bastante seguridad y confianza, se le veía con experiencia y sabía lo que hacía.
Fue entonces cuando me vi en un callejón de camino a una de las saunas más famosas de Madrid. Entramos y el tío me invitó, el recepcionista me pidió el DNI, nos dieron una toalla, chanclas, condones, lubricante y la llave de la taquilla y pasamos a ellas a cambiarnos. Mientras me cambiaba ya pude ver que habíamos llegado un poco pronto, serían sobre las 4 o 5 y de momento solo pude ver un par de tios que no estaban nada mal. En mi cabeza me pensaba que allí solo habría bastante mayores y que yo sería un caramelito, para mi sorpresa al rato descubriría que no, que había más variedad de la que me imaginaba.
Al terminar de cambiarnos me puse la toalla a la cintura y entramos a echar un ojo, en ese momento solo escuchaba los latidos de mi corazón en el pecho que me iba a reventar. No había estado más nervioso en toda mi vida. Mi colega, por llamarlo de alguna forma, me hizo un tour turístico (se notaba que ya había ido alguna que otra vez). Nada más entrar unos sofás y una pantalla con porno al fondo, recuerdo que era cerca de Halloween y podía verse un vídeo de un pasivo con una calabaza dibujada en el ojete mientras le follaba un rabo enorme. A la izquierda había una piscina, duchas y dos puertas que llevaban a saunas. Seguimos pasando por la derecha y andamos hasta las cabinas, una sala con un columpio y el baño (me sorprendió que tenía una zona especial para hacerse lavativas). Seguimos a otra sala de cine más privada y ya empezó el laberinto de la zona oscura. Se veía poco, pero pude notar que un par de tios me tocaron el pecho mientras pasaba y otro me acarició el culo. Siguiendo por ese camino volvimos a la entrada y mi colega, al ver que aún estaba nervioso, me llevó al bar para que tomáramos algo.
El camarero era lo mejorcito que había visto hasta el momento, un tío alto, latino y bastante fuerte que nos sirvió un par de copas para ver si entraba en tono. La verdad que el sitio me parecía bastante bonito y que incitaba mucho al morbo, va a sonar a gilipollez, pero me sentía un romano en una terma con la posibilidad de disfrutar de infinidad de tios que venían a relajarse.
Cuando terminamos de beber la copa, el cabrón de mi "colega" me dijo que si no nos separábamos no ibamos a pillar nada, por lo que se fue por un lado y me dejó solo. La verdad que no me sentó bien, porque sin él me sentía inseguro y no sabía que hacer. Así que vi de lejos la piscina/jacuzzi y decidí meterme. Había un par de tios que no me gustaban mucho a los que eché un par de miradas de reojo y me senté en un lateral a disfrutar del baño y relajarme. Me quedé ahí un buen rato, casi con los ojos cerrados hasta que me di cuenta que algo me rozaba la pierna.
Miré para el lado y había llegado un chico nuevo, de unos 30 y pocos años guapo a rabiar que se había puesto a mi lado. El tío era calvo con barba y os tengo que confesar que los tíos así son mi perdición, me ponen mucho. Lo que más me gustó de él es que no me entró a saco, fue acariciándome poco a poco el muslo y acercándose a mi. Me sentía cómodo, por lo que acerqué mi mano bajo el agua a su pierna y empecé a tocársela también. Con todo esto yo ya estaba animándome bastante y mi polla empezó a subir y ponerse bastante dura. No hizo falta que dijera nada pues el tio la vió por debajo del agua y empezó a acariciarmela suavemente. Estaba en la gloria e imité sus movimientos.
Seguimos un rato más así y yo ya estaba muy cachondo así que cogí y me moví subiéndome a sus piernas y colocándonos cara a cara. Nos empezamos a morrear como locos, tenía unos buenos labios grandes y besaba con mucha pasión y babas (como a mi me gusta). Su polla ya estaba bien dura y el tío la movió para colocarla detrás rozándome la entrada del culo. Estar en pelotas en un jacuzzi sintiendo semejante pollón rozándome el ojete fue maravilloso. Nos seguíamos comiendo la boca cuando me propuso salir de allí e ir a la sauna. Hasta ese momento yo no me había dado cuenta de la cantidad de tios que había dentro del jacuzzi viéndonos y que le habíamos dado un buen show, se me había ido de la cabeza por completo, pero el pensarlo despúes me la puso aún más dura.
Pasamos a una de las puertas a la sauna y se veía muy poco, pero se intuian un par de tios sentados uno a cada lado sobandose los rabos. Antes casi de que pudiera sentarme el calvito me agarró de la cabeza y me puso a comerle el rabo. A mi me gusta hacerlo al principio más suave, pero el cabrón se ve que estaba muy cachondo y le gustaba darme caña y follarme la boca. Y así lo hizo, casi no me dejaba respirar, me ponía la mano en la cabeza y apretaba fuerte para que me la tragara entera, cuando me soltaba movía las caderas a un ritmo brutal para follarme la boca. Yo estaba exhausto disfrutando como un loco de aquel rabazo (posiblemente el más grande que me había comido hasta la fecha) y relamiendo todo el precum que aquella polla babosa soltaba, realmente estaba super rica. Tras un rato así me apartó la boca y empezó a correrse por toda mi cara, soltó una lefada poderosa unos primeros dos trallazos que calleron por el suelo y los últimos que me chorrearon por toda la cara. El tío se despidió dándome las gracias y un beso, salió y ya no volví a verlo más.
Yo me quedé tirado en el banco respirando y casi gimiendo como un loco, estaba flipando, pues nunca en mi vida me había visto así y nunca había sentido que disfutaba tanto de una buena polla en la boca.
Salí de la sauna sudando demasiado y me pegué una buena ducha fue entonces cuando me di cuenta que yo no me había corrido aún y que aquello no podía quedar así. Tenía aún mucho que dar allí...
No hay comentarios:
Publicar un comentario