Siempre platicaba con mi novia acerca de que me vistiera de chica y me follará con un arnés y un dildo por mi gran y hermoso trasero.
Ella se retorcía de placer, evidentemente gozaba mucho con esa historia, y acabó gimiendo como nunca mientras yo disfrutaba imaginándome que ella me ponía los cuernos, sin alcanzar a entender porque algo tan perverso me excitaba tanto .
Una noche, ella me propuso un "juego": se desvestiría y yo debería vestirme con sus ropas para tener sexo como dos chicas.
La idea me encantó y así a medida que Silvina se iba desvistiendo, me puse su panty, su corpiño, sus medias de nylon color piel, su pollerita rosa muy cortita, un sweater de lana blanco, y sus zapatos de taco alto blancos.
Silvina me maquilló con un rouge bien colorado, me delineo y pintó las pestañas. Cuando consideró que estaba "lista", me hizo sentar en una silla, sacó de su cartera una revista de físico culturistas repleta de hombres hermosos con cuerpos perfectos, la puso en mis manos y me obligó a hojearla, mientras ella se colocó detrás de mí y comenzó a frotarme la minifalda en la zona de la polla.
No puedo describir lo excitante que resultaba el que mi novia me feminizara y me hiciera gozar de la misma forma que lo hacía ella como mujer.
Silvina me estaba dispensando el mismo trato que le había brindado yo en mi rol de varón.
Vestido de esa manera, con sus estimulantes masajes y viendo las fotos de esos hombres con sus cuerpos brillantes y muy deseables, acabé como nunca lo había lo hecho manchándole sus ...
... ropitas.
Ella entonces me dijo: lo has hecho muy bien mi amor, te convertiré en una chica muy complaciente.
2)
Un fin de semana sus padres de salieron de viaje a un casamiento.
Aprovechando esa circunstancia, me instalé en su casa.
Les cuento que después de esa primera maravillosa experiencia de haberme vestido con sus ropas, a sugerencia de Silvina, me había dejado crecer el cabello por debajo de los hombros e hice una dieta estricta, por la cual estaba muy esbelto.
Apenas llegué a su casa, ella me dijo que hasta que volvieran sus padres tendríamos que convivir como dos chicas, porque esa era su fantasía y sabía que a mi me también me gustaba, para lo cual, tenía todavía que hacerme algunas cositas.
Me hizo desvestir y me embadurnó cada centímetro de mi cuerpo con crema depilatoria, mis piernas, mi pecho, todo me quedó suavecito y sin el más mínimo rastro de vello.
Después me hizo probar ropa interior de color blanco muy cavada y un baby doll del mismo color, yo no podía resistirme, porque en realidad sentía un profundo placer usando esas prendas.
Ella me dijo que tendría que caminar en puntas de pie mientras estuviera en su casa para acostumbrarme a usar luego zapatos de tacón.
Desfilé a su pedido delante de ella vestido de esa manera, por el living de su casa y se me acercó, me cruzó los brazos en torno al cuello y me besó apasionadamente.
Recorrió con sus manos mi suave piel recién depilada, me aferró los glúteos y empezó a acariciármelos hasta llegar a mi ano. Al ver mi cara de excitación, me dijo: Veo que te gusta hacer de mujercita, me tomó de la mano y me llevó a la habitación de sus padres, donde nos enredamos en un desenfrenado juego sexual. Nos acariciábamos, le felé la vagina pero cuando la quise penetrar, me dijo: Gabi las chicas no tienen polla, así que no podrás usar la tuya conmigo nunca mas, ahora tu eres una chica y por eso solo tendremos sexo como lesbianas. La besé apasionadamente y la masturbé con la mano, ella se derretía de placer.
Nadie jamás me había entendido como ella, estaba encantado con el trato que me daba y su propuesta.
Esa tarde Silvina la dedicó a enseñarme secretitos de mujer.
Silvina me enseñó a maquillarme, a pintarme las uñas, a rellenarme el busto para que pareciera muy turgente, a caminar sobre tacones, a levantar los glúteos al caminar y la verdad es que nos divertimos mucho como dos amigas adolescentes.
Para la noche me dijo que me tenía preparada una sorpresa pero que tendría que lucir espléndida para recibirla.
Entonces me dijo, ahora cumplirás tu sueño, te pondrás la ropita que siempre deseaste vestir, y me dio un conjuntito que yo le había regalado para su cumpleaños, compuesto de minifalda blanca cortisima con un tajo a cada lado súper ajustada y una blusa negra muy escotada, rematado con unas sandalias blancas de tacón.
Me untó las piernas con una crema suavizante y me hizo un peinado con el cabello recogido y algunas mechas sueltas.
Cuando finalmente me vi al espejo no lo podía creer, Silvina me había transformado en toda una señorita, no había en mi un solo vestigio de masculinidad.
En eso tocaron el timbre y me sobresalté. Ella me dijo, no te asustes es mi amigo Martin que me viene a visitar, fue entonces que me percaté que ella también en el ínterin, se había vestido muy sexi con un vestidito beige cortito y escotado.
Ella le dio un fuerte abrazo y lo besó apasionadamente en la boca, lo cual me dejó atontado, era mi novia besando a otro hombre frente a su novio, transformando en señorita. La verdad es que eso, no solo no me puse celoso, sino que inclusive tengo que reconocer que me provocó una erección.
Lo que me intrigaba era saber desde cuando ellos eran tan cariñosos entre sí como se estaban mostrando ahora, o mas exactamente desde cuando yo era un humillado cornudo. Ella se sentó en su falda rodeándole el cuello con sus brazos y le dijo: Aunque no lo creas, esta señorita que nos acompaña, es mi noviecito Gabi, al que le gusta vestirse de mujercita.
Para disimular le dije era mentira y que en realidad estábamos probando un disfraz para una fiesta, pero era obvio que él ya sabía la verdad, yo era una auténtica mariquita.
Martin me miraba de arriba abajo, me devoraba con la vista las piernas mientras parecía desquitarse las ganas de acariciármelas haciéndoselo a mi novia.
En eso Silvina me dijo que tenía que animarme a salir de una buena vez a la calle vestido de señorita, así que debía ir a .. comprar una Coca Cola porque no tenía nada que servirle a Martín.
Al principio me negué, ya bastante me había animado a que presentarme ante el amigo de Silvina vestido de chica, como para que todo el mundo me viera así.
Mas me insistieron tanto que no pude rehusarme.
Entonces me miré en un espejo, y me dije a mi mismo, Silvina ha hecho un buen trabajo, nadie puede dudar de que soy una muchacha en verdad.
Salí por primera vez a la calle vistiendo las ropas mas sexis de mi novia, la sensación de caminar sobre tacones y sentir el viento entre mis piernas depiladas era muy estimulante.
Los hombres se daban vuelta para mirarme, hasta me piropearon, lo que me ruborizó y me hizo muy feliz.
A cada paso que daba, intentaba feminizarme mas, bambolear mis caderas, desplazarme con esa sensual cadencia de las mujeres.
Cuando volví a la casa de Silvina, ya bien acostumbrado a usar esas ceñidas y minúsculas ropas, escuché sus gemidos viniendo de la habitación de sus padres.
El cuadro que me esperaba allí me dejó descolocado, Martín se follaba a Silvina salvajemente y ella retozaba de placer.
Imaginen la escena, mi novia follada por un amigo y su novio vestido de chica se excitaba viéndolos. Mientras Martín, la bombeaba sin darle respiro, él me dijo, pasa Gabi ayudame a hacer gozar a tu novia que hace mucho que no se acuesta con un hombre de verdad.
Me senté en el borde de la cama, aferré fuertemente los brazos de Silvina, y la besé una y otra vez ...
... diciéndole cuanto la quería, mientras Martín no dejaba de penetrarla.
Después Martín nos pidió que montáramos una escena lesbi para él.
Silvina y yo nos empezamos a besar y a acariciar entre nosotras y Martín miraba fascinado.
Cuando los tres estábamos bien cachondos, Martín me dijo, ahora vas a saber lo que siente tu novia cuando me la folló, me hizo colocarme en cuatro patas, levantó mi falda, corrió mi ropa interior y me ensartó poderosamente el ano con su polla. Nunca había sido penetrado mas que con un dedo de Silvi, así que debo reconocer que al comienzo sentir un dolor indescriptible, pero al rato, ese constante bombeo, esa dulce humillación de sentirme poseído por el hombre que hacía gozar a mi novia, me volvió loco y comencé a gemir aflautando la voz, tal y como lo hacía Silvina, quien mientras nos veía se acariciaba la vulva.
Martín al mismo tiempo nos decía, ahora soy su macho y ustedes dos mis hembras, les prometo que las haré gozar tanto que se olvidarán que alguna vez fueron novios.
Yo le pedía mas y más gemía, le rogaba que nunca sacara su polla de mi, que me hiciera suya, que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de ser su mujercita pasiva y obediente y compartir la cama con él y Silvina.
La madre de mi novia Silvina era una mujer muy liberal, su marido se había vuelto impotente con los años y el deseo insatisfecho la convirtió en una tigresa devoradora de hombres.
A tal extremo que más de una vez la habíamos pescado in fraganti,
paseándose con otro hombre por las calles y por guardar silencio sobre ello, nos habíamos vuelto un poco cómplices.
Silvina que también había demostrado ser muy desinhibida a pesar de su corta edad, se animó a contarle aquello de que me estaba transformando en una chica.
A su madre eso no solo no la perturbó en lo más mínimo, máxime que a ella le simpatizaba más que su hija noviara con Martín que conmigo, sino que inclusive se ofreció a ayudar a convertirme en chica.
Días después de que Silvina le contara nuestro secreto su madre me telefoneó y me dijo que fuera para su casa que me había preparado una sorpresa.
Cuando llegué, Raquel, era su nombre, me hizo pasar a su cuarto y me dijo que por una cuestión de imagen, precisaba una secretaría ejecutiva que la acompañara a una reunión de trabajo muy importante y Silvina estaba imposibilitada de hacerlo porque todos sabían que era su hija.
Entonces me dijo que ella haría que yo diera con el tipo de secretaria que necesitaba.
Me pidió que me desnudara, me dió ropa interior que de tan ajustada me disimulaba perfectamente la polla y pantys de lycra negra.
Luego me hizo vestir un conjuntito de minifalda y chaleco corto negros y muy ceñidos de Silvina, que me calzaban muy bien.
Me prestó unos tacones negros suyos muy altos, me maquilló, y me prendió aros, pulseras y anillos.
Finalmente peinó mi cabello que ya entonces tenía bastante largo recogiéndome con una hebilla algunos mechones.
Al veme en el ...
... espejo, sonreí de felicidad.
Nunca pensé que algún día podría ser una mujer tan atractiva y deseable como mi novia Silvina y competir con ella en la conquista de hombres.
En la reunión de trabajo, nos esperaban un importante empresario de mediana edad, con su joven hijo, que apenas me vió quedó alelado.
Era un muchacho muy buen mozo, alto, trajeado y con un físico espectacular.
Raquel percibió que algo sucedía entre nosotros, y se apartó para conversar con el padre. Lionel, así se llamaba, trataba de seducirme con su radiante sonrisa y simpatía, yo me hacía un poco la interesante, pero al mismo tiempo apelaba a todas las armas de seducción femenina que Silvina y su madre me habían enseñado.
Me cruzaba de piernas haciendo que mi minifalda me cubriera lo menos posible, me recogía el cabello y me lo soltaba y hasta ensayé el arma de pintarme los labios frente a él.
Lionel no pudo más y me invitó a conocer su oficina y en cuanto ingresamos a esta, me tomó de la mano y me besó en la boca.
Eso fue muy estimulante, había conquistado al varón de mis sueños en pocos minutos, me sentí como nunca, desenvuelta liberada, allí mismo me arrodillé frente a él, abrí su bragueta y comencé a mamarle la polla.
Rítmicamente su enorme aparato se erectó dentro de mi boca y yo se la lamía, se la besaba desesperadamente, estaba en el éxtasis, él comenzó a aullar de placer y me llenó toda la boca con su leche, allí recordé lo que Silvina hacía conmigo y la imité, me tragué todo su ...
semen hasta dejarle la polla bien sequita.
Cuando salimos de su oficina nos esperaban Raquel y el padre de Lionel. Raquel tenía el cabello un tanto despeinado y sus labios se habían despintado y el padre de Lionel...tenía marcas de rouge, era evidente que ellos también habían disfrutado la entrevista.
Cuando salimos Raquel me felicitó, el negocio se había concretado exitosamente. Fuimos como madre e hija a festejar a una cafetería y Silvina se nos juntó allí.
5)
Era un tanto extraño estar sentado en una cafetería con la madre de mi novia y mi novia, cual si fueramos una madre y sus dos hijas.
Raquel le contó a Silvina acerca de lo exitoso de la entrevista que habíamos mantenido hacía un rato y le dijo que había estado brillante haciendo de su secretaria ejecutiva.
Silvina me interrogó acerca de Lionel y cuando le conté lo que había sucedido en la intimidad, ella se puso muy celosa y me dijo que siempre había querido tirarse a ese tio pero este no le había dado ni la hora.
Yo entonces en un momento que su madre no nos escuchaba, le prometí que de alguna manera me las ingeniaría para que pudiera darse el gusto de ser follada por Lionel, a lo que Silvina me agradeció con un beso muy dulce en la mejilla.
Podrán imaginarse que no me resultaría muy fácil contarle a mi madre con quien aún convivía acerca de mi cambio de hábitos.
Es que a ninguna madre le fascinaría ver a su hijito transformado en una muchachita.
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